Los directores financieros deben pensar de una forma diferente y financiar la diferenciación competitiva

16 de julio de 2020
Autora: Jackie Wiles

A medida que los directores de empresa defienden iniciativas de crecimiento para la recuperación de la COVID-19, los directores financieros pueden crear más valor centrando el negocio —y la asignación de recursos— en la diferenciación competitiva.

La mayoría de las empresas no obtienen rendimientos que superen su coste de capital a largo plazo, ni siquiera en épocas “normales” no perturbadas por una pandemia mundial. Actualmente, conforme las organizaciones reajustan su estrategia empresarial después de la COVID-19, los directores financieros pueden sorprenderse al descubrir que los enfoques de confianza para priorizar la inversión y la asignación de recursos probablemente no generen valor a largo plazo.

Frecuentemente, los directores financieros priorizan las iniciativas de financiación en función de los casos empresariales que pueden medir cómodamente. Esos casos empresariales suelen estar vinculados a iniciativas destinadas a ayudar a la organización a adaptarse mejor a su competencia (y a otros factores externos). Sin embargo, el entorno actual es demasiado cambiante como para adaptarse eficazmente. Como resultado, los directores de empresa (a través de los directores financieros) persiguen oportunidades fugaces que no aportan valor de forma sistemática a lo largo del tiempo.

“Si haces lo que hacen tus competidores, no obtendrás beneficios extraordinarios. Y a pesar de ello, las empresas caen en esta trampa una y otra vez”.

Los directores financieros que invierten y protegen los costes asociados a la diferenciación aumentan las probabilidades de que su empresa obtenga valor de las inversiones en más de un 42 %, lo que se traduce en 6 puntos de exceso de rentabilidad en un periodo de tres años.

“El enfoque de diferenciación no es lo que los directores financieros están acostumbrados a adoptar, especialmente en la actualidad”, afirma Jason Boldt, director sénior de Gartner. “Todo el mundo, desde los medios de comunicación externos hasta los compañeros internos, los anima a tener una mayor capacidad de adaptación y respuesta al entorno externo. Se obsesionan con copiar a los competidores e invertir en las mismas actividades”.

Caso empresarial no equivale a valor

La visión externa es familiar y cómoda para los directores financieros y los directores de empresa. Cuando un director de empresa defiende el lanzamiento de nuevos productos y servicios, o la entrada en zonas geográficas nuevas para asegurar el crecimiento de los ingresos de primera línea, los directores financieros pueden marcar fácilmente la casilla de los indicadores de rentabilidad financiera.

Sin embargo, el hecho de que los directores de empresa aboguen por una inversión, y que los competidores hagan lo mismo, no significa necesariamente que merezca la pena hacerlo. Estas estrategias podrían crear valor para la empresa, pero no siempre es así.

“Es posible que los directores financieros carezcan de los conocimientos necesarios para argumentar ,o comprender, los puntos de diferenciación de la organización”.

“Hemos podido constatar que aunque una empresa se convierta en la más receptiva a su entorno externo, esto no tendrá ningún impacto en su capacidad de crear valor como organización a largo plazo”, afirma Boldt. “Eso tiene sentido desde el punto de vista económico; al fin y al cabo, si haces lo que hacen tus competidores, no obtendrás beneficios extraordinarios”.

Y a pesar de ello, las empresas caen en esta trampa una y otra vez. Tras la pandemia, por ejemplo, será especialmente tentador ampliar la presencia internacional o las actividades empresariales adquiriendo activos devaluados durante la crisis. Pero las fusiones y adquisiciones aparentemente baratas no aseguran el valor a largo plazo.

“Todo el mundo habla ahora del fervor por las operaciones, pero la enorme competencia por cada adquisición no hará más que aumentar las ofertas, y ese enfoque extrínseco podría en realidad destruir el valor en los próximos tres a cinco años”, afirma Boldt.

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Entender la diferenciación competitiva

Sin embargo, centrar la asignación de recursos en la diferenciación competitiva puede ser todo un reto, sobre todo porque puede significar rechazar a los directores de empresa que quieren emprender inversiones de crecimiento para las que parecen tener un caso empresarial decente.

Es posible que los directores financieros carezcan de los conocimientos necesarios para argumentar, o comprender, los puntos de diferenciación de la organización, incluso cuando sí entienden la propuesta de valor del negocio.

Sin embargo, esos conocimientos son fundamentales para la forma en que abordan su papel como intermediarios de recursos. Por ejemplo, un director financiero exigente de un hotel de lujo trataría de entender qué aspectos de la marca provocan una mayor disposición a pagar, y ajustaría la inversión y la base de activos en torno a esos factores. Recortar ese gasto supondría obstruir el modelo de negocio.

Algunos diferenciadores residen en activos intangibles, como el ejemplo de la marca anterior, o en las capacidades, como la propiedad intelectual única y los conocimientos que van más allá de lo necesario para ampliar un producto o servicio existente. Ahora bien, los diferenciadores también son frecuentes en los activos tangibles, como las patentes y la tecnología, o los grandes activos fijos que crean barreras de entrada en un mercado geográfico o de productos.

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Los directores financieros más escépticos pueden utilizar algunos indicadores comunes de alto nivel para justificar los puntos de diferenciación. Algunos ejemplos son:

  • Relación entre la cuota de mercado y las limitaciones definidas, es decir, cuanto más alta sea la cuota, mejor
  • Elasticidad de precios: especialmente la capacidad de cobrar precios más altos que los competidores o de mantener precios más bajos de forma más rentable que los competidores
  • Costes de adquisición de los clientes, es decir, inferiores a los de los competidores
  • Coste de producción, es decir, sosteniblemente inferior al de los competidores

Un nuevo kit de herramientas para evaluar los recursos y los costes

Desarrolla barreras que dirijan a los directores de empresa a invertir y proteger las fuentes de diferenciación para garantizar que los recursos se destinan a las áreas de diferenciación única.

Hay que estar abierto a nuevas formas de establecer barreras y poner a prueba la asignación de recursos, en lugar de volver a las viejas limitaciones en torno a los presuntos costes e ingresos. Dos pasos clave son:

  1. Deshacer las complejas interdependencias entre los costes. Es difícil saber si un coste respalda un punto de diferenciación, así que asegúrate de que las categorías de costes estratégicos que estén directamente vinculadas a los puntos de diferenciación tengan un responsable de la empresa que identifique, proteja y defienda los recursos.
  2. Superar los límites del gasto productivo. Es difícil saber cuánto hay que invertir en un punto de diferenciación, y una inversión insuficiente o excesiva perjudicaría la eficiencia de la reinversión y la rentabilidad, así que establece límites en lugar de términos absolutos sobre el gasto.