La tecnología de sensores es cada vez más asequible y discreta, lo que facilita la recopilación de información de los procesos menos visibles.
La tecnología de sensores es cada vez más asequible y discreta, lo que facilita la recopilación de información de los procesos menos visibles.
Por Nick Jones | 19 de octubre de 2024
A pesar del aumento masivo del volumen de datos que recopilan las organizaciones, sigue habiendo áreas o situaciones (puntos ciegos) en las que no pueden acceder a la información de manera asequible. Esto genera costes y riesgos significativos para las empresas.
Los avances tecnológicos en la tecnología inalámbrica de bajo consumo y en la electrónica de bajo coste y bajo consumo están ayudando a resolver este problema al posibilitar la inteligencia ambiental. Esto permite el uso a gran escala de etiquetas y sensores pequeños y económicos para proporcionar información sobre la ubicación y el estado de una amplia variedad de objetos.
Supera los riesgos empresariales de no saber dónde se encuentran tus productos o cómo se almacenan utilizando tecnología invisible, que ofrece información sobre partes antes ocultas de tu cadena de valor.
Los avances en las redes y la electrónica han hecho posible que se tenga visibilidad de entornos antes ocultos. Las tres tecnologías clave que impulsan esta tendencia son:
Tecnología inalámbrica de muy bajo consumo. El bluetooth predomina en este campo, aunque otras tecnologías como el wifi, el 5G y la radio de retrodispersión podrían desempeñar un papel en el futuro.
Recolección de energía. Permite el uso de etiquetas pequeñas, sin batería y con una vida útil prácticamente infinita.
Electrónica de bajo coste y bajo consumo. Permite que los chips sean lo suficientemente eficientes como para funcionar con energía recolectada, operar sensores y enviar mensajes inalámbricos simples.
Actualmente, estos sistemas solo envían mensajes de baja potencia, pero en el futuro se espera una gama más amplia de capacidades. En un extremo estarán los sensores desechables de muy bajo coste. Y en el otro extremo habrá dispositivos capaces de ejecutar algoritmos sencillos y comunicarse con sus semejantes.
Hasta 2028, los primeros ejemplos de uso de la inteligencia ambiental se centrarán en reducir costes y mejorar la eficacia mediante el seguimiento y la detección de artículos de bajo coste. Los requisitos de infraestructura limitarán el uso a organizaciones individuales o cadenas de suministro estrechamente integradas. Algunas de las oportunidades que traerá son:
Los minoristas podrán aprovechar la identificación de artículos y los sensores de ubicación para realizar comprobaciones de existencias en tiempo real.
Los minoristas de alimentación o las farmacias podrán utilizar la información sobre la temperatura en tiempo real para reducir el deterioro de productos perecederos o medicamentos, como la insulina, que deben mantenerse refrigerados.
A largo plazo, la electrónica de muy bajo coste permitirá ampliar el uso de la tecnología invisible, lo que hará posible que la inteligencia ambiental controle más entornos. Sin embargo, lugares como los hogares necesitarán receptores y pasarelas para poder activar estas etiquetas. El software de integración también permitirá que los distintos elementos se comuniquen entre sí. Esto desbloqueará nuevas funciones, como, por ejemplo:
Los sensores integrados en la ropa se comunicarán con la tecnología de la lavadora para determinar la temperatura del agua y el programa de lavado adecuado.
Los envases inteligentes permitirán el seguimiento de la seguridad alimentaria.
Los bienes de consumo y comerciales se repondrán automáticamente en función de las existencias.
Los sensores en los envases de los medicamentos registrarán si el paciente los toma adecuadamente, activando alertas si se olvida una dosis o se toma de más.
Los sensores en los objetos domésticos se comunicarán con un robot doméstico para avisarle cuando un objeto no esté en su sitio.
A medida que la tecnología invisible madure y aumente su adopción, la principal preocupación será la privacidad, ya que rastrear un sensor en una prenda podría equivaler a rastrear a la persona que la lleva.
Para abordar proactivamente esta cuestión, es necesario analizar las implicaciones de privacidad, resiliencia y protección de datos de cualquier uso de la tecnología invisible, así como garantizar que los usuarios puedan desactivarla si lo desean.
Al combinar tecnologías como la tecnología inalámbrica de muy bajo consumo, la recolección de energía y los sensores electrónicos de bajo consumo, la inteligencia ambiental permite a las organizaciones recopilar información que de otro modo sería difícil o costoso obtener. Como resultado, pueden resolverse problemas que antes eran imposibles de solucionar, como la pérdida de productos, los daños o el bajo rendimiento.
Algunos ejemplos de tecnología ambiental son:
Sensores integrados en las prendas para confirmar su origen (por ejemplo, en las marcas de lujo que pretenden reducir las falsificaciones) o para comunicarse con las lavadoras para un cuidado adecuado.
Sensores en los envases de medicamentos para evitar fugas o ajustarlos cuando el entorno no cumple los controles de temperatura.
Sensores en los envases alimentarios para controlar la seguridad, la trazabilidad y reducir el deterioro mediante la detección de temperatura y alertas.
La inteligencia ambiental se refiere al uso a gran escala de etiquetas y sensores pequeños y de bajo coste que proporcionan información sobre la ubicación y el estado de una amplia variedad de objetos. La inteligencia artificial se refiere a la aplicación de análisis avanzados y técnicas basadas en la lógica, incluido el machine learning, para interpretar eventos, respaldar y automatizar decisiones y llevar a cabo acciones. Ambas podrían combinarse para que los datos recopilados mediante la inteligencia ambiental se transmitan a una aplicación basada en IA, lo cual facilitaría la toma de decisiones y permitiría la innovación en productos o procesos.